jueves, 7 de mayo de 2015

"El Valor de la Educación en la Sociedad” - Tlapalámatl C., E.

La educación no está solamente en decir gracias, ser paciente, evitar las agresiones o el respeto a los otros, sino en una serie de modificaciones conductuales que ocurren desde las primeras etapas de la existencia del ser humano. El libre albedrío del ser humano se genera en estas primeras etapas de vida, pero se convierte en un derecho que el adulto puede ejercer con mayor autonomía una vez que ha recibido los principios que la sociedad establece como deseables.

La educación no es nada más ir a la escuela. La educación tiene varias formas de ser entendida. En el devenir de ésta, se convierte de una transmisión de conocimientos, que va de una generación a otra, de costumbres culturales y sociales, a una serie de “sometimientos” regulados por el Estado, donde importa sólo el conocimiento y quien lo posee, donde la enseñanza es alejada del compromiso moral, además de ignorar el bienestar por las personas y para las personas. Aunque esto último sea todo lo contrario para quien es educado.

Se ha creído que, una vez que el estado toma las riendas de la educación, lo debería hacer en la totalidad de la expresión, desvinculando el actuar social de los individuos en esta tarea. Sin embargo, la sociedad misma tiene un rol importante en este ejercicio. A nivel nuclear familiar es mucho más fuerte: “la educación se mama”; es decir, se trae de casa, inicia desde los primeros contactos con las personas, con la madre y con el padre, como encargados de insertar al individuo en la sociedad, además de enseñar, educar y ser modelos educativos que lleven al individuo a la comprensión del “contrato social” y aceptación del mismo.

Por otro lado,  cuando el individuo insertado en la sociedad carece de la regulación de su conducta, el estado toma la función punitiva de la conducta socialmente inaceptable, de la conducta castigable. Foucault (1976) señala que el castigo “se ha convertido en un espectáculo punitivo”, pero los castigos siguen siendo los mismos, la cárcel. “La ejecución pública se percibe como un foco en el que se reanima a la violencia”. Es así como las concepciones sobre el castigo fueron cambiando, usando los castigos sobre el cuerpo para limitar, prohibir o frenar conductas, pero evitando que estos fueran observados por la población en general, al darse cuenta que estos sólo generan miedo, terror y pánico, pero en nada contribuyen a la educación o modificación de la conducta de los individuos libres. Llegando estos últimos a la consideración de que al ser poco probable que como  infractor sea señalado e identificado en la consecución de un delito, entonces existe muy poca posibilidad de que sea atrapado, mucho menos juzgado y aún menos encarcelado.

En este punto vale la pena preguntarse si esos castigos que se establecen son los encargados de la modificación de la conducta inaceptable o es necesario replantear las acciones de reformación. Vale decir, si el reconocimiento de la conducta inapropiada y el encierro o privación de la libertad es en sí misma el proceso de restauración, o éste debería implicar la restauración del daño. Tal parece que la sociedad se inclinaría no solo por la privación de la libertad sino del resarcimiento del daño, mismo que en algunos casos se torna extremadamente difícil e imposible. La infestación de cárceles, no solo en nuestro país, sino en el resto del mundo, no ha ayudado a que se incremente el nivel educacional. Sólo se saca de circulación al sujeto que no se corresponde con las normas sociales, al que le falta adaptación al medio y se inclina por el daño a terceros.

Ahora bien, una de las formas en que se puede prevenir la llegada a este punto de conflicto tiene que ver con la educación, con la forma en cómo se imparte, no solo desde el Estado, sino desde el seno familiar y social. Pitágoras, en una frase dice “educa a los niños y no tendrás que castigar a los hombres”. Entonces, este vacío que existe, tanto en el Estado, escuelas, colegios y las familias, impiden que los procesos formadores se lleven a cabo de forma que permanezcan en el individuo, llegando a estar contrapunteados con lo que se expresa en el actuar cotidiano de la sociedad. De alguna manera, se impone una conducta social que aunque no es aceptada, se convierte en cotidiana y común, tanto que ya no se le da la atención necesaria. Sin embargo, que sea común y cotidiana no quiere decir que esté bien que continúe de la misma manera.

Esta condición que se esperaría fuera individual, en realidad es una situación que va más allá de las personas en su estado único, el conglomerado de personas que interactúan en una población afecta directamente a los individuos, incluso a nivel global. El comportamiento que antes modificaba a otro grupo social en un lapso de tiempo relativamente grande, ahora se reduce con elementos globalizadores y trasnacionales y afecta de manera casi inmediata al entorno. La ética individual que afectaba la moralidad de un pueblo, ahora es propia de afectar condiciones mundiales, se convierte en un momento de educación o de falta de la misma, se convierte en consecuencias por tener educación o carecer de esta, en la ley del que tiene la razón y en la justificación de castigar a los otros pueblos que no han tenido la educación o no se han apropiado de la misma y por tanto luchan en contra de “los buenos principios” que las “naciones educadas” han establecido. A decir de Foucault (1976), “el verdugo no es simplemente aquel que aplica la  ley, sino el que despliega la fuerza”.

Regresando un poco a las situaciones de la familia, los padres poco consideran las implicaciones que hay en dejar de lado la educación de los hijos.  No hay una escuela para padres y la sociedad no castiga la falta de educación, aunque se exprese en la constitución como un derecho de los niños y esto lo convertiría en un delito para los padres al no proporcionarla. La verdad es que en la práctica no se ejerce acción en contra de quien no proporciona educación. Quizá por el hecho que es el Estado quien se comprometería a dar esta educación y hacer una erogación en gasto público; estaría obligado a otorgarla de manera gratuita literalmente y no solo como se enuncia en la constitución política. Además de que existe la posibilidad de que se genere desatención por parte de los padres al contar con una entidad que los sustituiría, quitando la responsabilidad de los progenitores.

La educación es un proceso social colectivo que no está desvinculado del individuo, crianza y educación se conjuntan dentro de un contexto social. Los individuos se interrelacionan y modifican las costumbres. Sin embargo, las reglas y obligaciones parecen ser las mismas: lograr que la sociedad vea la educación como un método de superación no solo individual, sino colectivo, en lugar de “que el pueblo [sea] atraído a un espectáculo dispuesto a aterrorizarlo” (Foucault, 1976)  y por el cual se someta. La educación tiene el cometido de liberar al hombre, hacerlo responsable de sus acciones y sus actos, de quitar la carga al estado en relación a la conducta social.

Es necesario revisar los contextos nacionales para ver cómo ve el Estado la educación o cómo percibimos que la ve: como un gasto innecesario, como una pérdida, como discurso político o como una verdadera preocupación nacional y mundial. Hay que propiciar la búsqueda de entendimiento y “deshacer ese enfrentamiento físico del soberano con el condenado” (Foucault, 1976). Buscar que la educación fluya a todos los estratos de la sociedad, “quebrar el móvil que anima la representación del delito. Quitarle toda fuerza al interés que lo hace nacer […] No se logra nada encerrando […] en unas prisiones infectadas que son más bien cloacas […] Contra una mala pasión una buena costumbre, contra una fuerza, otra fuerza, pero se trata de […] la sensibilidad y de la pasión, no de las del poder con sus armas” (Foucault, 1976). Esta pasión puede surgir de la cultura como medio de educación. Apostar por una conciencia social a través del arte y la cultura. Sin esperar que el gobierno se apropie de lo que es inherente al ser humano. Quizá con una modificación de las leyes sea posible, pero entonces regresamos a ese círculo hermenéutico donde, si se otorga mayor educación al pueblo, este exigirá más libertades y mayores beneficios. Por lo tanto, hacen parecer que se da esa educación, pero se limita posteriormente. Sea el caso de los cambios educativos nacionales, donde se dice que el alumno que asiste al aula debe acreditar el curso y continuar con el siguiente, aunque no tenga trabajo, aunque no participe. Así sucesivamente hasta que el sujeto no pueda continuar con el descenso y sea por voluntad propia que abandone el sistema escolar. La justificante a este problema es que el alumno está en proceso y por tanto no se debe frenar su avance. Es decir, se da “educación” a todos, pero se aumentan los estándares mínimos para aspirar a un trabajo y se reduce la capacidad económica de los individuos, de tal manera que sea poco llamativo las aspiraciones de una mejor educación.

A nivel de los sujetos de la población existe otra problemática que debe ser revisada por los interesados en la educación de las masas. ¿Qué entiende el grueso de la población por educación? ¿Qué espera recibir una vez que ha sido educado? ¿Cómo piensa conseguir la educación a que aspira? ¿Está haciendo algo para lograr que esa educación a la que aspira realmente se convierte en un hecho que pueda rendir frutos a corto, mediano y largo plazo? ¿De quién considera que es responsabilidad la educación que se debe recibir, ya sea social o académica? ¿Quién debe absorber los gastos de dicha educación y cómo se supone que debe conseguir los ingresos para generarla?

Mucho se ha pensado que es el gobierno quien debe otorgar todo, pues para eso paga impuestos la población. Sin embargo, una vez que la población tiene y recibe educación, ¿qué hace con esta? ¿Cómo la aprovecha? ¿Cómo genera fortalecimiento en el nivel educativo? Y ya no digamos a nivel nacional, sino comunitario, familiar.

Todos somos productos de un pasado, quizá sea momento de retomar nuestra historia y ver quiénes fuimos, desenterrar nuestro pasado, nuestro espejo enterrado a la manera de Carlos Fuentes, y ver que hay muchas habilidades sociales que al rescatarlas contribuirían al desarrollo de la educación y fortalecimiento de las mismas estructuras sociales.

REFERENCIAS
Foucault, M. (1976). Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión. México: Siglo XXI.

jueves, 16 de abril de 2015

"Bullying o acoso escolar” - Tlapalámatl C., E; Díaz R., O. F.

Ruiz, Riuró y Tesouro, (2015) señalan que el bullying se entiende como la violencia que es ejercida entre iguales. La víctima es expuesta a acciones negativas de forma repetida durante cierto período de tiempo por parte de otro alumno o de varios. Esta victimización o ataques pueden ser físicos o psicológicos, además de que el sujeto que los sufre puede tener dificultades para salir de la agresión por sus propios medios. En algunos casos, los victimarios son instigados a iniciar o continuar con el maltrato o daño a la víctima; es decir, se crea un escenario con tres actores: víctima, victimario y espectadores. Así, el sujeto que está expuesto a esta situación llega a estar en un estado de indefensión que no se debe confundir con otros estados de violencia que surgen entre iguales. Sin embargo, es necesario hacer referencia a que pueden existir varios tipos de bullying, tales como: maltrato físico, maltrato verbal, exclusión social y maltrato mixto que hace una combinación de los anteriores. 
Además de los actores que están en torno a la víctima, se pueden señalar tres más que no participan en la agresión, pero que pueden conformar parte del círculo del bullying. Estos son los espectadores neutrales, los espectadores que son posibles defensores y aquellos que están en posibilidad efectiva de convertirse en defensores de la víctima. Razón por la que se hace de vital importancia detectar qué rol juega cada uno de los involucrados en la situación (Ruiz, Riuró & Tesouro, 2015).

El origen de este problema puede tener varios factores, tales como los personales, familiares, sociales y culturales. En la escuela se pueden tener identificar por lo menos tres características que contribuyen a la generación de la violencia escolar, tales como la justificación o permisividad de la violencia como forma de resolver conflictos, tomar como algo habitual lo que sucede y pensar que no existe dentro de la institución de que se trate, y la falta de respuesta por parte de los profesores ante las situaciones de violencia, lo que de alguna manera se interpreta como una validación o permisividad (Bausela, 2008).

Presentación de un caso (ficticio)

Carlos tiene 9 años de edad, es el más alto del grupo, aunque no el más grande de edad. Asiste irregularmente a la escuela y cuando lo hace, muchas veces no lleva el uniforme. La ropa que porta está rota y sucia. A Carlos no le importa esta situación. Cuando se dirige a alguno de sus compañeros habla con groserías y señas obscenas, aún ante la presencia del profesor de la clase. Durante el juego del descanso es quien dirige el juego de pelota y decide quién participa y quién queda fuera. En este espacio de tiempo también se dirige a sus compañeros de forma agresiva. Ha golpeado a alguno que no le parece cómo ha realizado alguna jugada o que ha cometido un error en el juego mismo. Toma las cosas que le apetece de sus compañeros y recrimina a aquellos que protestan cuando esto sucede, diciendo que les golpeará en ese momento o a la salida de la escuela. Algunas veces ha tenido moretones por peleas sucedidas con alumnos de otros grupos avanzados.

La madre es la única que se ha presentado en la escuela y se le ha informado de las situaciones que algunos niños han reportado a la profesora de grupo y que algunos padres han detectado en sus hijos como consecuencia de no querer asistir a la escuela. 

No se conoce al padre. 

Se tiene conocimiento de un niño que fue encerrado por Carlos en el sanitario de las niñas durante el descanso y se burló de él diciendo que era niña por haber estado en el sanitario de las niñas. El padre del niño agredido acudió a la escuela a presentar una queja con la directora del plantel, pero sólo se le dijo que se haría algo al respecto. A la fecha no ha habido consecuencia alguna por el hecho.

Otra niña dejó de ir a la escuela por casi dos semanas, después que Carlos golpeaba su mochila y no la dejaba pasar o bien le jalaba el cabello. La madre de esta niña decidió no llevar a su hija a la escuela para evitar que Carlos la agrediera. Habló con la directora y se le dijo que se le llamaría a la madre de Carlos y a éste, para confrontarlo con su hija y saber cuál era el motivo de las agresiones. La madre decidió que la cambiaran de grupo y que al término del ciclo escolar cambiaría a su hija de escuela.

Se solicitó a la madre buscar ayuda profesional y se acudió a un psicólogo de enfoque clínico  quien diseñó un procedimiento para poder solucionar la problemática y que se evitara que Carlos fuera expulsado como se había acordado si este no cambiaba su conducta.

Propuesta de Tratamiento

Evaluación inicial y recolección  de datos.

Se procedió en primer lugar  a llevar a cabo una entrevista con los padres de familia del chico, el padre en una primera cita no acudió y el psicólogo decidió re agendarla puesto que consideraba importante el compromiso de parte de ambos.

Entrevista con los padres.

Se diseñó una entrevista en dos sesiones en las cuales se obtendría en primer lugar datos generales, socioculturales  y económicos de la familia y en especial del Carlos.

También se buscaba explorar un poco la forma de crianza, reglas e interés por parte de los padres hacia la educación de su hijo y sobre la forma en que se relacionan cotidianamente.

Entrevista con Carlos.

Se realizó y diseñó una entrevista con Carlos con el fin de verificar como vivenciaba él esta situación, de igual forma sirvió para obtener datos que pudieran describir y determinar con exactitud la conducta problemática.

Se diseñó también para explorar el ambiente familiar y escolar en el que vive y la forma en que los adultos interactúan con él en tanto reglas, principios y normas de interacción.

Instrumentos de evaluación

Se hizo utilización de un instrumento de medición para la recabación de datos que pudieran ser considerados objetivos y no solo quedar con el relato anecdótico.

Se aplicó la Escala Magallanes de Adaptación la cual sirvió para valorar la adaptación en el ámbito familiar, escolar y personal (Moran, 2006).

Registro de conducta

Se realizó una medición base de la conducta problemática, en este caso la agresividad hacia otras personas. Para ello se entregaron 3 tipos de hojas de registro:

  • La primera de ellas para Carlos
  • La segunda para sus padres 
  • La tercera para su profesora.

Estas hojas perseguían la finalidad de tener una base conductual de la frecuencia con que ocurre la conducta que se deseaba modificar.

Esta línea base de conducta y registro duró una semana, a pesar de que se consideraba adecuado que durara más el registro se optó por solo por ese lapso de tiempo puesto que estaba en juego la integridad de otros y se buscaba intervenir lo antes posible.

TRATAMIENTO

Recabada la información, realizada la entrevista y teniendo ya datos suficientes para intervenir se pudo verificar que efectivamente se trataba de un niño con problemas conductuales que afectaba directamente la integridad de otros, era un niño que realizaba bullying a sus compañeros de clases.
Esta conducta tenía diferentes factores, por lo cual se planteó el siguiente tratamiento, el cual tuvo una duración de diez semanas.

Reforzamiento positivo

Dada la importancia que tenía la aparición de un comportamiento adecuado se implementó un sistema de fichas que podrían ser canjeables semanalmente por premios del agrado de Carlos, alguno de estos premios eran paseos familiares, compra de juguetes, ropa y golosinas.

Se le entregaba una ficha al terminar el día escolar si se comprobaba que no había agredido ni física ni verbalmente a ninguno de sus compañeros y se le entregaban de dos a tres fichas si Carlos pedía las cosas por favor, si se comportaba de forma adecuada dentro del aula, si asistía a la escuela y si portaba el uniforme correctamente.

Para poder dar este seguimiento se involucró al profesor y se le dieron las indicaciones de cuando correspondía una ficha, cuando dos y cuando tres.

De igual forma en su casa se empleó el mismo sistema de fichas en su hogar dando una ficha si obedecía a sus padres y una más si realizaba la tarea escolar.

Reforzamiento negativo

Para poder eliminar la agresividad que Carlos mostraba hacia sus compañeros se empleó el reforzamiento negativo, el cual consistió en quitarle dos fichas que pudiera haber ganado si agredía física o verbalmente a uno de sus compañeros ó quitarle privilegios como ver televisión, salir de paseo, compra de golosinas y reducción de dinero de recreo si no contaba con fichas.

Este procedimiento se explicó al profesor para su implementación y para que lo pudiera reportar al final del día. De igual forma se llevó a cabo en su hogar sólo que los castigos eran si no cumplía con sus labores cotidianas y si no realizaba tareas.

Terapia cognitiva

Se llevó a cabo semanalmente terapia cognitiva con Carlos la cual le permitía al psicologo dar seguimiento de los avances que se iban suscitando así como trabajar algunas cuestiones como el manejo de límites, resolución de problemas, problemáticas emocionales que pudieran ir surgiendo.

De igual forma se trabajó con los padres con el fin de que aprendieran a poner límites a la conducta de su hijo, a que se interesarán más por el, que se fuera trabajando lo que surgiera en el transcurso del transcurso del tratamiento y que además servía para recabar la información de la conducta problemática.

Las sesiones se programaron semanalmente.

SEGUIMIENTO

Una vez terminada el tratamiento y verificado el impacto de esta al comparar la conducta inicial con la conducta que se fue optando se decidió dar seguimiento para asegurar de esta forma que la conducta adecuada prevalecería a través del tiempo.

Para tal fin se le instruyó a los padres como crear estímulos negativos y positivos así como el empleo de uso de límites que ya se había trabajado con anterioridad.

Se dio un seguimiento inicial de cinco sesiones semanales y posteriormente cinco más espaciadas con un mes de diferencia.






Referencias
  • Bausela H., E (2008). Estrategias para prevenir el bullying en las aulas. Psychosocial Intervention. 17 (3). Pp 369-370. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=179814023011 
  • Kazdin, A. (1978). Cap. 2. Modificación de la conducta y sus aplicaciones prácticas. México: Manual Moderno.
  • Kazdin, A.  (1993). Cap. 9. Historia de la modificación de la conducta. Bilbao: Descleé de Brouwer.
  • Moran, C. (2006). Intervención cognitiva - conductual en el acoso escolar: un caso clínico del bullying. Anuario de la psicología clínica y de la salud, 2, 51 - 56. Recuperado de http://institucional.us.es/apcs/doc/APCS_2_esp_51-56.pdf
  • Ruiz, R; Riuró, M; Tesouro, M. (2015). Estudio del bullying en el ciclo superior de primaria. Educación XXI, 18 (1), 345-368. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70632585015
  • Serdna, Z (2014). Corto animado bullying. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=I0RZvBUYgnQ